Si algo nos está dejando la pandemia cruel, es la necesidad de fortalecernos en la unidad

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Esta pandemia por el coronavirus, Covid-19, que ha marcado la historia de la humanidad, por la impresionante oleada de más 207 millones contagios y los más de 4 millones 360 mil momentos de duelo por las personas fallecidas, nos ha dejado reflexiones muy importantes para el presente que vivimos y, perennes para el bienestar de las personas.

Enseñanzas que debemos guardar con sumo interés, conductas preventivas que, en el afán de cuidarnos y cuidar a nuestros semejantes debemos tener presentes para el resto de nuestras vidas, pero quizás lo más importantes que nos deja esta cruel pandemia del Covid-19, es el fortalecer los vínculos familiares, de amistad y humanitarios en general.

Y es que, con el contagio de una persona, cualquier cosa puede pasar de un instante a otro. Casos por millares se han visto en toda parte del mundo, donde este virus caprichoso y desconcertante llegó a una familia y terminó por “fragmentarla”, acabando con la existencia de uno y, en otros casos, hasta más de la mitad de sus integrantes.

Situaciones en las que la enfermedad no dejó darle de manera tradicional el último adiós al ser querido, debido a las múltiples medidas de bioseguridad contempladas en los protocolos de las entidades mundiales de la salud, cuyo fin es detener y proteger, para que más integrantes del núcleo familiar no mueran por las mismas circunstancias.

Es algo no tan fácil de entender ni comprender, puesto que el sentimiento hacia un ser querido que parte al viaje de la eternidad, debe ser por lo menos, acompañarlo en su última morada, además, de demostrar con expresiones de llanto y dolor profundo el vacío que queda en los corazones.

Retomando el sentido de esta reflexión, señalemos que el calor humano, el sentimiento profundo de la familia y de las personas que se quieren, debe ser más integrador cada día, a sabiendas que el camino aciago que genera esta pandemia del Covid-19, es impetuoso y sucesivo.

Existen voces de expertos diciendo que los virus y sus consabidas pandemias, serán una constante en el futuro siguiente, y aunque esto no es expresado públicamente por las autoridades mundiales de la salud, lo cierto es que, como con las cosas escondidas que acontecen luego del segundo conflicto bélico mundial, en la denominada ´guerra fría´, cualquier cosa es posible.

Lo visto en medio del dolor y la devastación humana con este coronavirus, es como un presagio que nos obliga a querernos más como seres humanos. Integrarnos más en los sentimientos de amistad, amor y confraternidad, es el derrotero indicado para afrontar de mejor manera, sobre todo espiritualmente, las enfermedades calamitosas y emergentes que vemos años tras años.

Querer y expresar más a menudo lo que sentimos por el ser querido, llámese familiar, amigo o conocido, resulta ser indispensable, puesto que, si llega una enfermedad como el Covid, muy seguramente no habrá tiempo ni para el último beso, abrazo y menos la despedida luctuosa del adiós.

Cuántos de nosotros hemos perdido a un ser querido o amigo como consecuencia de esta cruel enfermedad, y no hemos podido ir al acto de velación y mucho menos a las exequias, donde solo un grupo muy reducido y cercano al fallecido puede estar presente, guardando las medidas de autocuidado.

Es hora de unirnos más, de cuidarnos más, de luchar contra las adversidades y de entender que la espiritualidad, la fe y el sentimiento de amor y amistad deben ser tan fuertes como los antídotos o las vacunas, para que nos protejan del egoísmo, la maldad y el desamor.

Si nos unimos y nos cuidamos de seguro saldremos adelante, y no solamente para prevenirnos de las enfermedades, sino, para labrarnos un futuro mejor.

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