La opinión y el criterio del autor son de su completa responsabilidad.
Por: José Consuegra Bolívar
La aparición en China, en el año 2019, de un coronavirus con gran capacidad de contagio y virulencia que se difundió por el mundo, nos arrodilló en pocas semanas, nos llevó al pánico colectivo y nos puso a vivir una experiencia desconocida para las actuales generaciones. En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró pandemia debido a su rápida propagación y gravedad. En ese entonces, eran inciertos los protocolos de manejo clínico de este virus que afectaba primordialmente el sistema respiratorio, pero con facilidad se extendía a otros órganos, llevando al paciente a una falla multisistémica y la muerte. Incluso, en ese momento el uso de un elemento que hasta hoy ha sido imprescindible, el tapabocas, era discutido y se dudaba de su efecto protector.
Los gobiernos y sus sistemas de salud empezaron a adoptar medidas sanitarias y restricciones de relacionamiento social severas como el confinamiento, la suspensión del transporte aéreo y de la movilización terrestre, el freno de actividades económicas y de producción, el cierre de las aulas de clases y establecimientos públicos en general, etc.
Después de dos años, con más de 6 millones de víctimas mortales y 450 millones de casos confirmados en el mundo, la rápida elaboración de las vacunas permitió, junto con la inmunización natural, disminuir ostensiblemente los niveles de morbimortalidad de la enfermedad. Esto no significa que la humanidad esté totalmente excluida de nuevos riesgos por este virus ya que se registran de nuevo aumentos “alarmantes” en algunos países, según la OMS. Por eso, emitió la siguiente declaración: “Nos preocupa que en algunos países se haya impuesto la idea de que, debido a las vacunas y a la alta transmisibilidad y menor gravedad de la variante ómicron, ya no es posible ni necesario prevenir la transmisión”.
De hecho, aunque se habla de la posibilidad de que la situación pase a la fase de endemia, concepto que alude a la aparición constante de una enfermedad en un área geográfica o grupo poblacional, esto no implica que los riesgos sean menores o que la afectación sea leve, según expertos.
Incluso, la recomendación principal es que, aunque lo ideal es no volver a los confinamientos, no se deben relajar las medidas de bioseguridad por la probabilidad latente de la aparición de nuevas variantes.
En una publicación a finales de 2021, el Ministerio de Salud planteó que la covid-19 empezaría a tener un comportamiento endémico. «Lo que esperamos es que sea una endemia de bajo impacto, esto en términos de salud pública quiere decir que, el comportamiento que tenga para una región dada, a lo largo de los años, se presente dentro de unos niveles aceptables», se informó en ese momento.
La humanidad fue puesta de rodillas por esta pandemia avasalladora y creíamos que cambiaría nuestra forma de relacionarnos y fortalecería los valores humanos positivos. Ojalá no se repita en este siglo una pandemia sin que la sociedad haga suyos, por lo menos, la solidaridad, la equidad y el apoyo mutuo.
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Dr. José Consuegra Bolívar. *Rector de la Universidad Simón Bolívar, Barranquilla.
Médico Cirujano, Magíster en Proyectos de Desarrollo Social y con Estudios de Postgrado en Dirección Universitaria por intermedio del Simposio Permanente sobre la Universidad, Egresado del programa de Liderazgo Universitario de la Escuela de Educación de Harvard University. Con alto sentido de responsabilidad y compromiso con el mejoramiento permanente de la calidad de la educación superior en Colombia.