Momento sensato para cambiar el rumbo del país, avasallado por la corrupción, intolerancia e inequidades

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Columna Editorial

Nada en concreto, tras la segunda reunión entre Gobierno y organizadores del Paro Nacional, para tratar de llegar a un proceso de concertación y solventar la crisis social que registra el país desde hace 20 días, en la que, las marchas, enfrentamientos, bloqueos, actos vandálicos, muertos, heridos, detenidos y desaparecidos, ha sido la constante en las tres últimas semanas.

En la noche del lunes festivo 17 de mayo, luego de seis horas de reunión no hubo nada en concreto para iniciar un proceso de acuerdos y frenar las consuetudinarias marchas; las agobiantes alteraciones del orden público, el sufrimiento y luto que generan los más de 40 muertos, las multimillonarias pérdidas del comercio y la industria, el desabastecimiento de productos de consumo esencial y la zozobra de una sociedad que no observa una luz al final del camino, de manera inmediata.

No es para menos, el Gobierno del presidente Duque de manera personal, y sus comisionados para encarar los diálogos con organizadores de las marchas, no han mostrado un deseo de entendimiento a corto o mediano plazo.

Muy por el contrario, en una alocución el mandatario nacional al terminar el segundo día de encuentros manifestó que dio instrucciones para que ¨se despliegue la máxima capacidad operacional de la fuerza pública en todo el territorio, preservando los DDHH¨, por su parte, los organizadores del Paro piden desmilitarizar las ciudades, que no exista presencia de las fuerzas del Estado, mucho menos el ESMAD, situación que a todas luces no muestra puntos de entendimientos.

El presidente Duque fue muy tajante al manifestar que los bloqueos de vías en el país no tendrán concesiones, que no se permitirán puesto que ellas están prohibidas en la constitución, por lo tanto, ha impartido órdenes a la fuerza pública para que en coordinación de las autoridades municipales y departamentales se tome el control de estas.

Este panorama no denota una actitud conciliatoria entre las partes, siendo esto lo que menos desea la sociedad civil que, muy por el contrario, exige prontamente acuerdos verdaderos que den tranquilidad.

Ya es hora de que el Gobierno y organizadores del Paro, actúen en congruencia con el momento que vive el país, que se frene la violencia generalizada, pero que al mismo tiempo se dé garantía que las peticiones y solicitudes de los marchantes y la comunidad en general, no simplemente sean escuchados, se requiere que el ejecutivo resuelva sus necesidades, muchas de ellas representadas en las inequidades sociales, en las que la solución ha sido aplazada ¨per saecula saeculorum¨, gobierno tras gobierno.

En medio de esta caótica situación, ha salido a relucir como era de esperase, el conflicto político, las ideas partidistas, de gobiernistas y de la oposición representadas en dos grandes tendencias, de líderes políticos, a quienes no vamos a mencionar en este escrito, para no atiborrar más el escenario social en que nos encontramos los colombianos. Ellos, desde cada una de sus orillas, han tomado parte de manera directa o indirecta, creería que más la primera que cualquier otra, atizando la hoguera que bastante incandescente está.

Y es que nuestro país a lo largo de nuestra historia ha demostrado ser una nación políticamente activa, de caudillismo social y muchas veces cargado de tendencia sectarista, donde la intolerancia y la falta de apetito para la concertación y el discernimiento campea.

Esperemos que este momento crucial por el cual atravesamos sea un punto de partida para ilusionar y convertir en realidad la tan anhelada paz, tener una nación más justa, equitativa; un territorio propenso al diálogo, donde arraiguen los valores, los derechos y deberes del ciudadano, donde nos respetemos en medio de la divergencia y nos unamos en medio de la adversidad y las necesidades.

Que tengamos una nación justa en todos los sentidos, que no sea proclive ni en la mínima expresión a la ilegalidad, clientelismo, bandidaje y, mucho menos, acepte tanta corrupción, que entre otras cosas ha sido unos de los monstruos más feroces que ha desgarrado y desangrado a nuestra amada Patria. La Corrupción según un informe entregado por la Contraloría General de la República, a comienzo del presente año, representa la pavorosa cifra de 50 Billones de pesos anualmente, algo así como el 17 % del presupuesto general del país ($300 Billones).

¿Qué no haríamos en esta patria con esos recursos? Dicho de otra manera, ¿Cuánta población vulnerable no se pudiera atender en sus necesidades básicas insatisfechas? ¿Cuántas obras de infraestructura y desarrollo urbano para beneficio social no se pudieran construir?

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